DÍA 4
31 de Enero 2015
De nuevo a las 8:00h suena el despertador y yo soy, como
siempre, la primera en meterme en la ducha, con la mala suerte de que cuando ya
estaba enjabonada y con el pelo a medio lavar, se corta el agua caliente.
Temblando salgo, me seco como puedo y me aclaro el pelo con agua fría, toda una
experiencia.
Nos vestimos y salimos a desayunar (estaba incluido en el
precio de la habitación, 35€ los dos), siendo bastante completo. Nos despedimos
del dueño y bajamos al coche para darnos cuenta de que estaba diluviando,
literalmente.
Acudimos a ver las salinas aunque fue desde el coche (estaba
medio inundada hasta la carretera) y hago una foto del famoso molino bajando la
ventanilla.
Salinas, Trapani |
Enfadados con nosotros mismos porque el día anterior no
habíamos hecho fotos de Trapani desde la altura de la carretera hacia Erice,
programamos el GPS hacia Palermo ya que era impensable regresar a Erice (si el
día anterior había una nube en la cima de la montaña, ese día no se veía ni la
montaña). Nos esperaban 100 kms por autovía.
Llegamos a PALERMO sobre las 11:00h acompañados de una
incesante lluvia que a ratos era bastante intensa. Entramos en la ciudad por la
via principal, Via Calatafami y vimos el desvío hacia la izquierda de las
Catacumbas en el Monasterio de los Capuchinos, así que acudimos sin dudarlo.
Justo al lado hay una gasolinera y echamos 20€ al Fiat
porque estábamos ya en reserva y no queríamos arriesgarnos más (lo que pasa es
que era más cara que en otras que habíamos visto por la carretera). Damos un
euro al gorrilla que nos indica el sitio para aparcar y entramos en las
catacumbas tras pagar 3€ de entrada cada uno (al menos allí no nos mojábamos).
El lugar es bastante tétrico, sobre todo su asimilas que las
momias que se ven no son muñecos de una atracción de miedo sino que son muertos
de verdad. Hay muchas en distintos pasillos; monjes, nobles, hombres, mujeres e
incluso un ala con niños. La mayoría son del s. XIX pero se puede ver la más
antigua de un monje de 1588 y la más nueva, una niña momificada y enterrada
allí en 1920, la última en hacerlo.
Decir que ni se puede filmar ni sacar fotos, de hecho tenían
cámaras de vigilancia por todos lados para controlar, así que las fotos que
pongo son sacadas de internet para así tener una idea de lo que se puede ver.
Salimos y volvimos al coche para marcar en el GPS un parking
céntrico y así ver los monumentos más importantes a pie, porque el tráfico en
la ciudad era bastante loco. Encontramos uno y dejamos el coche para, paraguas
en mano porque seguía lloviendo mucho, explorar un poco la ciudad.
Lo primero con lo que nos encontramos es el Teatro Massimo es
el mayor de los teatros de ópera de Italia y el tercero más grande de Europa. De gusto neoclásico, fue construido a finales
del siglo XIX. No entramos, pero hacemos unas fotos de la escalinata de la
entrada, famosa también por ser la escena final de la película de “El Padrino
III”.
Teatro Massimo, Palermo |
Justo al lado del teatro vimos una cafetería y pasticceria
en la que entramos para resguardarnos de la lluvia y por fin probar los famosos
arancini, típicos de Sicilia (croquetas de pasta de arroz que pedimos de jamón
y muzzarella) con dos cocas light. Estaban deliciosos y nos costó todo 12€.
Salimos de nuevo a la lluvia y caminamos a lo largo de Via
Maqueda, una de las dos avenidas principales del centro de la ciudad que estaba
cortada al tráfico. Llegamos a Quattro Canti, punto neurálgico en el que la
calle hace intersección con la otra principal, Vittorio Emanuelle. Es una plaza
octogonal donde hay cuatro fuentes, en cada esquina, del s.XVII y que
representan las cuatro estaciones.
Quattro Canti, Palermo |
Quattro Canti, Palermo |
Justo un poco más adelante siguiendo por Via Maqueda
encontramos la Fontana Pretoria o también llamada “Fuente de la vergüenza”
debido a la desnudez de las estatuas, trasladada a la ubicación actual en el s.
XVI. Justo ahí se encuentra la oficina de turismo en la que entramos para tener
un mapa de la ciudad.
Fontana Pretoria, Palermo |
Continuamos viendo por fuera la Chiesa San Cataldo, una iglesia
normanda del siglo XII caracterizada por ser como una caja de piedra con
pequeñas aberturas arqueadas y tener en su techo tres domos de estilo sarraceno
que son su característica principal.
Chiesa San Cataldo, Palermo |
Después nos metemos en una callejuela hacia la derecha para
ir al Mercato Ballarò. Caminamos entre calles estrechas, coches, motos y
saltando charcos para llegar por fin a una zona donde a ambos lados se
encuentran los puestos de verdura, carne, pescado y droguería, todo al aire
libre y con los gritos característicos de los vendedores. Merece la pena vivir
la experiencia, algo tan típico de Italia y sobre todo de Sicilia.
Mercato Ballarò, Palermo |
Mercato Ballarò, Palermo |
Llegamos al final del mercado y de nuevo callejeando,
perdiéndonos un poco por el lío que había y la lluvia, ya bastante mojados a
pesar de los paraguas, encontramos la Catedral de Palermo. De fuerte estilo
oriental primeramente fue una basílica bizantina, sobre la que, en 1185, el
arzobispo de Palermo mandó levantar un templo de planta basílical con tres
ábsides. Posteriormente se ha ido reformando a lo largo del tiempo, con espléndidas
mejoras, como el pórtico de 3 arcos, de influencia aragonesa.
Plaza Catedral, Palermo |
Catedral, Palermo |
Hacemos unas cuantas fotos y decidimos volver al coche
porque estaba haciendo un día horrible y era difícil poder disfrutar del paseo.
Pagamos 3€ del parking y programamos el GPS a Cefalú en la costa hacia el este
de la isla. Recorremos los 70 kilómetros que tenemos hasta el pueblo,
teniendo en cuenta que los últimos 20 son de peaje (el primero de todo el viaje
pero sólo de 0,70€).
Llegamos a CEFALÚ sobre las 15:00h y tras dejar el coche
aparcado en una zona gratuita comenzamos a recorrer el pueblo. Encontramos la
oficina de turismo donde pedimos un mapa y lo primero que visitamos es la Catedral
que comenzó a construirse en el s. XII.
Catedral, Cefalú |
Seguimos hacia el puerto haciendo fotos de las calles
empedradas y viendo el Lavatoio medievale que se conserva de la época
árabe-normando. Llegamos a la playa y damos un paseo agradable porque la lluvia
nos había dado una pequeña tregua.
Cefalú |
Lavadero medieval, Cefalú |
Cefalú |
Nos faltó subir a La Rocca, peñasco al lado del pueblo donde
arriba hay una iglesia y el Templo de Diana, pero ni teníamos tiempo ni ganas y
además estaba cerrado, así que en un bar del paseo marítimo entramos y comimos
dos paninis y dos coca-colas por 11€.
Eran las 16:30h y ya casi oscurecía cuando volvimos al coche
y programamos nuestra última parada, Enna. Teníamos 109 kilómetros y otra vez
hicimos el recorrido con lluvia, pero también con niebla a medida que se hacía
de noche. Un poco más allá del pueblo fuimos a una estación de servicio (por
cierto hay poquísimas en las autovías y carreteras de Sicilia) para llenar el
depósito, 65€.
Subimos a ENNA después de un montón de curvas cerradas ya
que se encuentra en lo alto de una montaña y dejamos el coche en Piazza
Garibaldi (es gratuito) porque estaba muy cerca del Bed & Breakfast que
teníamos reservado, Antica Dimora (Via Santa Agrippina, 12, 94100 Enna).
Llegamos empapados con todos los bártulos, y tras explicarnos
la dueña lo básico necesario, descansamos un buen rato en la habitación. Decir
que es un B&B precioso, en una casa de 300 años de antigüedad y decorada
con muy buen gusto. La habitación era enorme, con pasillo propio y que parecía
sacada de un castillo medieval.
Salimos de nuevo cuando eran casi las 21:00h para ir a
cenar. Uno de los restaurantes que nos recomendó la dueña estaba cerrado, así
que fuimos a otro también recomendado y la verdad dimos en el clavo.
Era la Trattoria La Trinacria (Viale Caterina Savoca, 10,
94100 Enna), en la calle que sube al castillo. Pedimos un litro de vino blanco
de la casa, una botella de agua, antipasto especialidad de la casa (era una
variedad de productos típicos como tortilla, fainá, ricota, queso, salami…) y
sobre todo 2 platos de macarroni alla sarde, pasta típica de Sicilia por
excelencia y que todavía no habíamos probado. Estaba todo delicioso y sólo nos
costó 32€ regalándonos además un calendario.
Salimos del restaurante y volvimos a la habitación a
descansar que el día había sido muy largo y complicado por el tiempo.
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