DÍA 2
21 Enero 2018
Suena el despertador a las 6:30h,
aunque habíamos tenido la interrupción del sueño habitual en países árabes por
la llamada a la oración desde la mezquita a las 5 de la madrugada. Bajamos al
desayuno y a las 8:00h estamos listos en recepción ya que era la hora en que
nos recogían.
Puntual nos viene a buscar el
guía, Omar, y en una minivan ya estamos los siete del grupo que llegamos el día
anterior para empezar la ruta por los CASTILLOS DEL DESIERTO.
Tras una hora y media de viaje
llegamos al primer castillo de la visita, el Qasr Al Azraq. Su valor
estratégico se debe a un cercano oasis, la única fuente de agua en esta
desértica región. Los romanos militarizaron este lugar por primera vez, y más
tarde se construyó una mezquita. La construcción definitiva fue realizada por
los mamelucos en el siglo XIII, explotando las canteras de basalto de la zona,
con lo que el castillo tiene un aspecto mucho más oscuro que el resto de
edificios cercanos.
Tenemos la suerte de estar solos, así que tras la
explicación del guía lo recorremos (es pequeñito) y hacemos muchas fotos.
Qasr Al Azraq |
Decir que como curiosidad, en ese
punto estábamos a 50 kms de Arabia Saudí y a 200 kms de Iraq, fronteras
difíciles de Jordania y por tanto con varios puesto militares en el camino.
Veinte minutos después estamos en
el segundo castillo, el Qusair Amra. Construido al principio de siglo VIII por
el califa omeya Walid I, el castillo fue utilizado como lugar de veraneo por el
califa o por sus príncipes, para el deporte y el placer. Se recubrió por
frescos que describen escenas de caza (de mamíferos ya extintos en Oriente Próximo
por el exceso de caza), frutos y mujeres. También contiene un sistema termal
dividido en tres partes, que testimonia una influencia romana. Es Patrimonio de
la Humanidad.
Lo recorremos mientras nos
explica todos sus recovecos el guía y además nos dan mucha pena 5 cachorros que
tenía una perra y que temblaban de frío todos acurrucados.
Subimos de nuevo a la minivan y
en media hora estamos en el último castillo que íbamos a visitar (hay 34 en
toda la zona de Jordania), el Qasr Kharana. Es uno de los primeros castillos
construidos por los omeyas en esta región, y aun así se encuentra muy bien
conservado, destacando en medio de la estepa desértica con su forma cúbica, de
35 m de lado, y en su interior hay un patio rodeado por dos pisos con sesenta
dependencias, la mayoría rectangulares y comunicadas entre sí.
Qusair Amra |
Qasr Kharana |
Qasr Kharana |
Nos preparamos para, una hora y
media después, llegar al MAR MUERTO, y concretamente a la playa privada, Ammán
Beach, que teníamos reservada aunque compartida con otros turistas.
Mar Muerto |
Tenemos tres horas, hasta las
16h, para cambiarnos, bañarnos y comer en el restaurante. Bajamos todos a la
playa tras ponernos los bañadores y nos metemos (despacio porque estaba el agua
un poco fría), para disfrutar de la increíble sensación de flotar debido a la
gran cantidad de sal. No hacía tanto frío fuera porque nos encontrábamos en el
punto más bajo del planeta, a 416 metros bajo el nivel del mar, y como
curiosidad es posible observar en la otra orilla a Israel (nosotros ya nos
habíamos bañado pero desde ese otro lado).
Mar Muerto |
Tras un buen rato nos duchamos y
nos cambiamos para ir a la comida tipo buffet. El guía antes de llegar nos
comentó la posibilidad de pagar las 5 comidas del tour por 60 dinares cada uno
(incluyendo agua en dos de ella), saliendo más económico que pagando día a día,
así que aceptamos teniendo en cuenta que no había muchas más opciones.
Mar Muerto |
Comemos y a las 16h estamos todos
listos para regresar a Amman, a los hoteles, no sin antes parar en una tienda
con productos cosméticos del Mar Muerto.
Nos dejan en el hotel y, tras una
buena ducha, salimos a unas calles por detrás donde hay una zona de comercios y
sobre todo para ir a una casa de cambio para por fin tener dinares jordanos. El
cambio lo hacemos en un Western Union y fue muy bueno en cuanto a comisión.
Descansamos en la habitación
antes de bajar a cenar. La cena es de menú y estaba muy buena, eso sí la
velocidad en servir brilla por su ausencia y eso que éramos los únicos en el
comedor y además tenemos que recordar varias veces que faltaba el postre.
Subimos a la habitación y a
dormir.
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