DÍA 2
Nos levantamos con tranquilidad (luego veríamos que con demasiada) y después de desayunar y hacer el check-out nos vamos a la calle donde el día anterior habíamos visto varias agencias de viajes. Al llegar entramos en un par de ellas y no dimos cuenta que las excursiones programadas hacia los pueblos del norte salían muy temprano y ya era tarde. Un poco desanimados decidimos intentarlo por nuestra cuenta y la verdad no nos arrepentimos en absoluto.
Vamos a la estación de autobuses y sacamos billetes para irnos a HUMAHUACA, casi en la frontera con Bolivia y penúltimo pueblo de la Quebrada de Humahuaca que es un profundo y angosto surco de origen tectónico-fluvial que se encuentra íntegra en la provincia de Jujuy. Salimos con el microbús de línea rodeados de gente autóctona por supuesto siendo los únicos turistas. El viaje un poco incómodo (el vehículo era bastante viejo y aunque nosotros íbamos sentados terminó yendo gente de pie) y largo, pero la experiencia fue estupenda y muy recomendable porque fue mucho más auténtica.
Al llegar a Humahuaca y tras encontrar una habitación en una pensión con un jardín muy bonito, Hostal Humahuaca (Buenos Aires 447, 4630 Humahuaca) y nos preparamos para la visita.
El pueblo se encuentra a una altura sobre el nivel del mar de 3000 metros pero no tuvimos problemas incluso tras la caminata cuesta arriba para la vista.
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| Humahuaca |
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Bajamos al pueblo para recorrer sus calles estrechas, adoquinadas y las casas bajas de adobe.
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Después del paseo nos fuimos a cenar a un pequeño restaurante, pollo asado con patatas fritas, donde como anécdota decir que se notaba que la camarera no estaba acostumbrada a mucho jaleo, porque comenzó a ponerse muy nerviosa y agobiarse porque entraron 4 personas más.
Ya cansados, sobre todo del viaje en autobús, nos fuimos a dormir temprano.
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